Moisés S. Palmero Aranda
Educador Ambiental y escritor
El deporte, además de favorecer el cuerpo y la mente, nos proporciona un sinfín de
experiencias vitales, de valores, de emociones y sentimientos que no se olvidan jamás, que te
ayudan a evolucionar, en tu crecimiento personal y colectivo: el esfuerzo, la superación, la
constancia, el compañerismo, la amistad, el respeto, la igualdad, el aprender a gestionar las
victorias, las derrotas, la rivalidad y el ego, por destacar algunos.
Sin embargo, esos valores quedan difuminados, o pasan a un segundo plano, en el deporte de
elite, donde prima la parte económica, donde lo importante es ganar, ganar y volver a ganar,
como decía Luis Aragonés. Aunque pensándolo mejor, el dinero, los focos, la fama, es algo
superfluo, anecdótico, que termina empañando, a veces hasta alcanzar el absurdo, la ilusión
de todos los que alguna vez de niños, hemos soñado con alcanzar grandes triunfos.
Cada uno saca lecciones, interpretaciones, diferentes de lo que ocurre a su alrededor, y
consciente, o inconscientemente, las va incorporando a su forma de vivir, de relacionarse en
sociedad, con los demás. En estos últimos días, por no buscar ejemplos pasados, que los hay
miles para todos los gustos e intereses, estas son algunas lecciones extradeportivas que han
quedado flotando en mi pensamiento, y que nos llevarían a horas de debates y discusiones.
La nacionalización de Brown, a pesar del gran Eurobasket, para mí no solo es innecesaria, sino
injusta y humillante para esos jugadores que participan en las ventanas FIBA, que parten con la
idea de que harán el trabajo sucio para qué las estrellas, los buenos, jueguen los grandes
torneos. Esa gran familia, como los llamamos, le ha dicho a algunos de sus jugadores, que no
cuenta con ellos, que prefieren apostar por alguien que nunca ha jugado en su equipo, a los
que se han dejado, con mayor o menor fortuna, y talento, la piel en la pista para que España
pueda participar en la fase final.
El deporte ya está demasiado pervertido, desigualado, contaminado, por el dinero, por el
interés, y a las selecciones deberían ir jugadores nacionales, o con alguna relación con ese país.
Nada tengo contra Brown, la ley lo permite, son las normas de la FIBA, y él es un profesional y,
una vez que en su país nunca ha sido seleccionado, le da igual jugar con Croacia que con
España.
Esa nacionalización por carta de naturaleza, también es ofensiva para todos aquellos
inmigrantes que han venido a trabajar a nuestro país y que para conseguir la nacionalización
deben pasar al menos un año aquí, demostrar saber hablar español y pasar un pequeño
examen para señalar, al menos, donde estamos en el mapa. No todos somos iguales, pero esta
vez ha quedado muy claro.
Otro tema es el de las jugadoras de la selección de futbol femenino, que han renunciado a
jugar mientras se mantenga al entrenador. Comparto que se han extralimitado en sus
funciones, no son las primeras, que no son nadie para exigir el cese de Vilda o las decisiones de
la Federación de Futbol, pero me ha gustado que se nieguen a jugar, que vayan hasta el final
con sus ideas. A ver si aguantan, porque no debe ser fácil renunciar a ir un Mundial, a sus
sueños, y eso es algo que no todo el mundo haría, y suficiente motivo para que la RFEF, se
plantee por qué lo hacen. Mis respetos por ellas, ante todo por ser consecuente con lo que se
dice.
Otro tema controvertido es que la Fiscalía de Madrid abra diligencias para investigar los cantos
racistas a Vinicius. Me parece muy bien, son bonitos mensajes a la población, pero si van
contra el público del Atlético, deberían ir contra quien lo promueve en televisión, porque todo
esto se origina por el desafortunado comentario, que le salió del alma, de un representante de
futbolistas que ahora hace de comentarista en el Chiringuito, y que lo llamó mono. Luego pidió
perdón, pero la llama ya estaba encendida.
La Fiscalía debería perseguir todos esos comentarios que encienden a las masas, y si, como
denuncia un youtuber, luego ese mismo programa amenazó al jugador para que no sacase un
video contra el racismo. Echar un puñado de atléticos del campo, o ponerle una multa al club,
de poco servirá, si desde la máxima audiencia, se continúa lanzando mensajes incendiarios.
Horas y horas para debatir, argumentos para todos los gustos, y no nos pondríamos nunca de
acuerdo. En lo que coincidimos todos es que el deporte es maravilloso, y que hay deportistas
como Nadal y Federer, que nos han dado una lección, que a pesar de todo lo que han ganado,
de su rivalidad en la pista, representan lo que debe ser el deporte, una sana y justa
competición para convertirnos en mejores personas.