Jorge Molina Sanz
Agitador neuronal
jorge@consultech.es
Comparar la renta de 1975–2025, sin medir las oportunidades, es pintar con brocha gorda
El marino removía el café y comenta:
—Pedro Sánchez en el acto inaugural del «50º aniversario de la muerte de Franco» comentó que en
1975 la renta media era de unos 15.000 euros y hoy está en los 31.000, lo que suponía un gran avance.
Esto ha provocado controversias en RRSS, por un lado, los que argumentaban que duplicar en 50 años
no era progreso, más bien retroceso; por otro, los que aducen que la inflación en ese periodo ha subido un
1.374,0 %, según el INE.
De ahí a proclamar el sonsonete de «con Franco se vivía mejor» hay un paso; pero la realidad es que,
medio siglo después del final del franquismo, España es un país moderno, con educación, sanidad y
comunicaciones desarrolladas y a ello ha contribuido la democracia, pero hay que mirar con lupa las cifras
abstractas porque pueden enterrar algunos gazapos interesados.
Interviene la joven profesora:
—Sin entrar en la guerra de cifras, el salario medio que señala Pedro Sánchez es el resultado de su
actualización; aunque según el INE estaría en unos 17.800 €/año y en 2025 lo estima en unos 27.552 €
brutos/año, hay unas «ligeras» diferencias.
Esto señala que comparar aquella renta media con la actual puede ser un ejercicio tramposo porque hay
que compararlo con la capacidad adquisitiva en cada momento de la mayoría de la población.
La mayor inversión familiar en aquella época era la adquisición de su vivienda, luego el coche y más
adelante la segunda vivienda, por lo que analizar esos parámetros puede ser muy interesante.
Un piso medio de 90 m², según zonas, costaba alrededor de 1,000.000 pesetas —unos 6.000 euros—,
ese mismo hoy puede rondar en los 200.000 €. Un precio más de 30 veces mayor, mientras los ingresos
apenas en 12, es decir, una familia media podía comprar una vivienda y pagarla en menos de 10 años, con
menos hipoteca, a unos intereses entre el 12-15 %, lo que ahora necesitan treinta años.
Lo mismo ocurre con el coche, un utilitario medio costaba menos de 200.000 pesetas —1.200 €—,
mientras que en la actualidad un coche similar costaría alrededor de 22.000 €, un 1.833 % más.
Se debe analizar la cesta de la compra —barra de pan, huevos, leche, café, azúcar, verduras, carne,
pescado, cerveza…—, la electricidad o el combustible y actualizando se puede afirmar que no se ha
duplicado el nivel de vida medio.
Más falacias de Pedro Sánchez y sus ministros, porque el ciudadano medio vive con comodidades
impensables en los setenta, pero con menos capacidad adquisitiva, mayor presión fiscal, mayor riesgo de
pobreza y la angustia de cómo llegar a fin de mes,
El marino añade:
—El país de 1975 era más pobre, pero más sobrio. Las familias ahorraban y el crédito era una excepción,
había oportunidades y el «ascensor social» podía funcionar. Hoy el consumo a plazos o las hipotecas a
treinta años son la norma. De un país que vivía con poco, ahorraba, invertía, pagaba pocos impuestos y
prosperaba, a uno que vive al día y nubarrones en su horizonte.
Las cifras globales ocultan más desequilibrios como que, la desigualdad es cada vez más creciente. La
clase media, orgullo de la Transición, cada vez se estrecha más; los ingresos medios crecen, pero la cesta
de la compra sube, el alquiler es un lujo urbano o la compra de una vivienda en una ensoñación.
Tenemos un Estado elefantiásico, que gasta sin freno, aumenta la deuda desorbitadamente, sube la
presión fiscal a niveles confiscatorios y aumenta la población en riesgo de exclusión social.
Resumiendo, el progreso no llega a todos y menos a los que presumen proteger, pero los discursos de
Sánchez y sus palmeros se apoyan en estadísticas agregadas que no reflejan la realidad cotidiana.
La joven profesora comenta:
—Se vive más inseguro y lo que no cuentan es que el bienestar no es una cifra, porque lo que importa es
la tranquilidad de saber que podrás llegar a fin de mes.
Sumemos otro factor, generalmente invisible, que es la demografía. En los 70 había más jóvenes, más
empleos industriales y un horizonte de crecimiento, pero hoy hemos invertido la pirámide poblacional. La
renta media sube porque hay más pensionistas con ingresos revalorizados, menos jóvenes activos, salarios
estancados y el peso creciente de las rentas públicas; más que por un avance real de productividad o de
salarios.
El bienestar se mide en oportunidades, no con estadísticas, ni con discursos torticeros de Pedro
Sánchez, porque estamos en un país que envejece, en el que la vivienda es inaccesible, con empleos
intermitentes y la dependencia creciente del Estado. Lo que define un modelo agotado y dependiente.
El viejo marino, escéptico, sentencia:
—Ni somos más ricos, ni podemos comprar más, ni ahorrar, pero quizás el objetivo sea que «no se trata
de que haya menos pobres, sino mantenerlos con esperanza» como explicó en su día Hugo Chávez.
Gracias gobierno.