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Humedales, ¡qué lugares!

Moisés S. Palmero Aranda Educador ambiental


Al ritmo de “Al calor del amor en un bar” de Gabinete Caligari reconozco que no he sabido
encontrar el momento justo para escribir, porque hablar hemos hablado y mucho, del Día de
los Humedales. En realidad, este año no pensaba hacerlo, pero como ha sido una semana larga
y llena de emoción, amanece, apetece, estoy muy entero, llegó el momento de decirlo: ¡qué
lugares!


He optado por esta exclamación porque es ambigua y me permite mostrar el envés, la cara B,
la realidad que algunos no muestran en prensa de estos espacios naturales, algunos sin
ninguna ley que los proteja y otros megaprotegidos en el papel, pero desprotegidos en la
gestión diaria.


Si han leído o escuchado la versión de la Junta de Andalucía, el haz y la cara A, habrán pensado
que están vigilantes, invirtiendo un millón de euros en Las Albuferas de Adra y realizando
educación ambiental con centros de secundaria para proteger, sensibilizar y divulgar los
valores ambientales, culturales y etnográficos de los humedales. No diré que mienten, pero sí
que exageran y mucho.


La educación ambiental está siendo aniquilada sistemáticamente de las políticas de la
Consejería de Sostenibilidad, abandonando el programa Aldea, pionero y ejemplo a nivel
nacional, y eliminando convocatorias de ayudas a proyectos locales. Ahora van a licitar
subvenciones a las que solo se pueden presentar las grandes empresas, ya que las sacan por
lotes entre provincias, que ni saben a lo que se presentan, ni conocen la zona y que para ganar
la licitación tiran a la baja en detrimento de los que realmente hacen la actividad. En vez de ir
de lo local a lo global, principio básico en educación ambiental, van de lo global a lo local,
principio básico de la economía de mercado, para llenar los bolsillos de los amigotes.
El millón, el mismo de cuando se secaron las Salinas del Cabo de Gata y que nadie ha visto, lo
prometió don Ramón (ahora promete balsas y agua que buscará debajo de las piedras) para
contrarrestar el informe científico demoledor que anuncia la muerte de Las Albuferas, y en el
que no se contempla limpiar la basura que flota en la lámina de agua y medidas reales para
evitar su degradación.


Y si hiciesen de verdad la labor de vigilancia, por citar algunas cosas, la garrafa de gasoil que se
pidió que se retirase en Punta Entinas no habría terminado derramada en el agua, los coches
que se meten en la zona de Reserva Natural en Almerimar no seguirían destrozando el bosque
de sabinas y lentiscos, los escolares que visitan el espacio no tendrían que esquivar la cantidad
de basura que hay por allí, y los Alcores no estarían, otra vez, convirtiéndose en un vertedero
incontrolado, en una auténtica vergüenza.

Como estos días estoy positivo y Urrutia me lo pide con su carismática chulería, ¡Jefe, no se
queje!, diré que mejor poco que nada, aunque sea insuficiente y postureo verde.
Luego, está la visión de las asociaciones locales, la más certera, la que, además de contar las
bondades, maravillas y servicios ecosistémicos, gritan ¡Humedales, qué lugares! de vergüenza,
hipocresía y corrupción, además de invitar a la población a pasar a la acción, y todo ello, sin
partidas millonarias, solo con la voluntad y el amor a estos lugares.


Serbal volvió a quitar la basura que arrastra el agua por la “limpia” rambla de la Culebra hasta
la charca permanente de la Ribera de la Algaida, la misma que saca su ayuntamiento en el
video turístico de FITUR. Supongo que estos días estarán grabando imágenes para el próximo
spot o para preparar el proyecto de urbanización de la zona.


En Punta Entinas, El árbol de las piruletas continuó con su labor de sensibilización, de mostrar
a los vecinos, escolares, empresas y administración local la joya que tienen ante sus ojos.
En Vera, Salvemos el Salar de los Canos ha hecho su jornada educativa reivindicativa para
señalar que, después de un temporal que inundó su costa por la ocupación urbanística
depredadora, van a construir 2.500 viviendas sostenibles, que no falte la coletilla, en el centro
del humedal. Algún día, cuando se inunde, los políticos inoperantes y cómplices se mostrarán
compungidos y los vecinos clamarán indemnizaciones al ayuntamiento porque la promotora
habrá desaparecido con los bolsillos a rebosar.


Siempre elijo mal y me empeño en repetirme. Debería haber escrito que, para celebrar el Día
de la radio, vuelve Radio La Canal, o de San Valentín o del Día del Árbol. En fin, ¡pollo, otro
bollo! Y sirva una copita más, que no hay nada como conversar al calor del amor de un
humedal.