Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental
Con el comienzo de la Liga, de la vuelta a la rutina, a nuestra pequeña burbuja, se acaba lo
extraordinario, el maravilloso verano deportivo, y muy futbolero, que hemos vivido. Ha sido
como un café cargado, de aroma intenso, que nos ha estimulado, entretenido y generado
muchas conversaciones. Algunas han dejado un poso en la taza de nuestros recuerdos que,
cual pitoniso estafador, me propongo a interpretar.
De la emotiva victoria de la Eurocopa me quedo con la importancia de crear un grupo de
amigos, una familia que se lleve bien, donde nadie sobresalga por encima de los demás, y
todos jueguen al grito de ¡somos uno! Por eso la limpieza de los egos superlativos es lo
primordial. Aragonés lo hizo con Raúl y sus palmeros, y De la Fuente, al no repescar a Sergio
Ramos. Ahí comenzaron a fraguar el triunfo.
Eso no solo genera confianza en el resto de jugadores, sino que encabrona a los periodistas
radicales, blanqueadores anales y vasallos del amo (lo pongo en singular a conciencia) que les
paga. Detalle que parece nimio, pero que sirve para unir más al equipo, al usar esa presión
exterior como estímulo y aglutinante. La victoria es lo único que consigue callarlos, hasta que
el teléfono-fusta suena y reconducen sus sandeces.
Este triunfo es el de las canteras y el de los entrenadores de la casa, porque no recuerdo un
equipo tan plural como este, donde haya tantos clubs representados, de los que no cuentan
para los grandes títulos, pero sí hacen un fútbol brillante. Tengo la sensación de que esta
victoria engrandece a entrenadores como Imanol, Valverde, e incluso a Xavi. Profesionales
que, a falta de talonario, buscan soluciones, valientes y atrevidas, en los jugadores que se han
formado en casa, chicos que han visto crecer, a los que les han ido puliendo defectos y
convirtiéndolos en jugadores de equipo, de club. Lástima que Don Dinero prostituya el fútbol,
estos chavales sucumban a los cantos de sirenas y prefieran ser cola de león a cabeza de ratón.
El triunfo de De la Fuente, y de todas las selecciones inferiores que llevan ganando títulos año
tras año, es el triunfo del camino de largo recorrido, de la confianza, del cariño, de la
educación, de los valores, del respeto, del trabajo continuo. Proceso en el que también
debemos meter a los entrenadores, que se han ido formando a la par que los jugadores. Para
muchos, entrenar categorías inferiores es un descrédito porque aspiran al foco mediático, a los
clubs donde está el dinero, a lo inmediato, pero el fútbol base es lo más bonito, donde aún se
juega por el placer de jugar y de convertir el deporte en una forma de vida.
Nuestras grandes conquistas han sido gracias a entrenadores a punto de jubilarse, porque con
la experiencia de todo lo aprendido, saben dónde está lo verdaderamente importante para
ganar, y construyeron equipos sólidos, generosos, cómplices, hermanados en el vestuario, que
aislaron de la presión mediática poniendo el foco sobre ellos. Detalles que luego se reflejaron
en el campo y que nos llevaron al éxito.
Además del excelso juego de España, recordaré esta Eurocopa, por la valentía de Mbappé al
pedir el voto de los jóvenes contra la ultraderecha en Francia. Generó un debate muy
interesante, el de si los jugadores deben opinar o no de política. Yo pienso que si lo hacen para
defender sus ideales me parece fantástico, pero corremos el riesgo de que algunos, además de
vender sus posaderas al capital luciendo calzoncillos, también vendan su discurso al mejor
postor.
Por ese motivo respeto el gesto de Carvajal al no mirar al Presidente del Gobierno. Me pareció
un gesto de mala educación, pero respetable. La diferencia entre ambos, es que uno lo hace
con la palabra, razones y argumentos, que se pueden debatir, y otro con una niñería propia de
un perro de pelea, un pitbull que no piensa y solo responde la voz de su amo, o por lo menos
así lo definió Morata cuando lo presentó en la fiesta de la celebración. Confío que Kylian le
explique algunas cosas a Dani, aunque me temo, que jugando para quien juega, sea Mbappé el
que modifique su discurso para no morder la mano de quien le da que comer.
De lo demás, removiendo los posos, Morata no me gusta como delantero, pero sí como
capitán; Balón de oro para Rodri porque me gustan los jugadores que crean y hacen jugar,
nombrar a Carvajal para este premio es una auténtica ofensa al fútbol; emotivo incluir a Gavi
en el grupo y pienso que deberíamos haber aprovechado la ocasión para recuperar Gibraltar. A
ver si tras el Mundial nos animamos y en vez de cantarlo aprovechamos el subidón.